Exportar industria del conocimiento

La conexión masiva y la enorme capilaridad que ha ganado la tecnología en el mundo, conduce a asignar recursos y esfuerzos en lugares donde la ecuación calidad-precio se optimice. La industria del conocimiento, que agrupa al software, al diseño gráfico, los servicios audiovisuales y hasta la nanotecnología, entre otros, tiene lo que podríamos llamar una demanda infinita. No enfrenta aduanas, no requiere de containers, no involucra días de viaje ni problemas logísticos, no hay hoy impacto de aranceles ni disputas geopolíticas. Bastan la conectividad y el talento para que unas 8800 empresas, de las cuales el 98% son pymes, operen en la Argentina.

Nuestro país tiene un potencial enorme en este terreno. La economía del conocimiento exportó durante el año último 8927 millones de dólares, 15,5% más que en 2023 según datos publicados en Argenconomics. Se trata de una cifra récord que duplica el promedio del ritmo de expansión de las exportaciones mundiales. Los servicios basados en el conocimiento representaron 9,2% de las exportaciones argentinas, posicionándose como el tercer complejo exportador del país, con guarismos similares a los del sector automotriz. Sin embargo, según la Organización Mundial del Comercio (OMC), la participación argentina en las exportaciones globales de servicios basados en el conocimiento cayó del 0,37% en 2010 al 0,25% en 2023, según últimos datos disponibles. En América Latina y el Caribe, nuestro share pasó del 17% al 13%.

Este universo de exportaciones tiene sus particularidades. Es común que se asocie a la economía del conocimiento exclusivamente con el software, una parte muy importante que representa el 30% de estas exportaciones y que generó 6000 empleos en 2024, con más de 6400 empresas operando en la Argentina. El 63% corresponde a servicios profesionales altamente calificados que nuestro país vende al mundo. El grueso de este volumen lo explican las grandes operaciones de empresas multinacionales que alocan contrataciones de profesionales argentinos para exportar servicios a sus casas matrices (Exxon, Chevron, JP Morgan, entre otras) o a clientes internacionales que necesitan soluciones de calidad (EY, PwC, Accenture, por ejemplo).

El diferencial argentino en estos segmentos está en el talento, creatividad, capacidad de adaptación y afectación a soluciones para servicios de mayor complejidad de nuestros profesionales, que manejan un nivel de inglés por encima de la media regional, sumado a las ventajas de huso horario compartido con el resto de las Américas. Por todo esto, la Argentina es un jugador fuerte y de gran potencial.

No es fácil cuantificar el número de profesionales dedicados a la economía del conocimiento, pues tanto pueden ser parte de una actividad exclusiva para una empresa como estar integrados a una actividad principal específica diversa. Por ejemplo, son profesionales de la economía del conocimiento los dedicados a soluciones informáticas, software e ingeniería de sistemas; aquellos contadores, administrativos y abogados que exportan sus servicios al mundo; también los ingenieros que trabajan en el diseño de piezas en una terminal automotriz o una metalmecánica autopartista; los biotecnólogos que se dedican a mejorar el rinde de semillas en el agro, los ingenieros que en Vaca Muerta desarrollan soluciones de machine learning e inteligencia artificial para explorar mejor, en menos tiempo y con mejores resultados.

El Ministerio de Economía desarrolló una medición sobre la base de las actividades promovidas por la ley de economía del conocimiento, que establece que existen 277.000 empleos, con casi el 60% de los trabajadores pertenecientes a la industria del software. Este número es el que recoge Argenconomics -publicación de Argencon, la asociación de la economía del conocimiento- que se complementa con una estimación más amplia tomada de las estadísticas del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE), enfocándose en trabajos cuya actividad principal es economía del conocimiento (aquí se suman publicidad, investigación y desarrollo, entre otras) y que llega a 348.000 empleos. Si consideramos actividades de otros rubros que emplean economía del conocimiento, pero que carecen de medición precisa, las estimaciones llegan al medio millón de empleos.

El futuro de una Argentina pujante con desarrollo e inclusión también circula por este carril. Un objetivo posible para la próxima década es mejorar nuestro perfil exportador en este terreno y recuperar protagonismo, con una meta de 30.000 millones de dólares si las condiciones lo permiten, en línea con países comparables. El potencial del talento y la creatividad local abre un sinfín de posibilidades. La economía del conocimiento asegura promisorias oportunidades.

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