Industria en vilo: las automotrices reclaman baja de costos, más infraestructura y reglas claras frente a la apertura económica

La escena fue clara: en el Centro de Convenciones de Córdoba se reunieron —en el marco del primer Foro Internacional Automotriz Córdoba (FIAC)— los referentes de las terminales nacionales para discutir el presente y, sobre todo, el futuro de una industria que mira al exterior y a la transformación tecnológica al mismo tiempo. El mensaje fue unánime en su diagnóstico y plural en las recetas: mantener el ritmo de inversión y producción exige, según los análisis, menos impuestos, mejor infraestructura logística y un marco de previsibilidad macroeconómica que permita planificar a mediano plazo.

Una normalización con desafíos. Los directivos de las terminales que dejaron su visión remarcaron que 2024 y el primer semestre de 2025 se ve una recuperación fuerte de la demanda local —con meses y ventas acumuladas que crecen de manera notable—, y remarcan que buena parte del impulso provino de la vuelta del crédito al consumo y de expectativas macroeconómicas más estables. “El crédito volvió de una manera mucho más amigable… eso por en principio te permite poder proyectarte a futuro y poder comprar autos con crédito”, sostuvo un ejecutivo de primera plana.

Los números públicos respaldan esa lectura: el mercado argentino sigue mostrando niveles de patentamientos mucho más altos que un año atrás (por ejemplo, junio de 2025 registró 52.212 unidades patentadas, con un acumulado anual que consolida una fuerte recuperación). Asimismo, distintas estimaciones del sector apuntaron a un mercado argentino que puede moverse entre 600.000 y 700.000 unidades en 2025, cifra que colocaría al país en una “normalidad” de demanda mucho más alta que la observada en los años recientes.

Competitividad, impuestos y exportaciones: la exigencia al Estado
La preocupación central de la industria se centra en la carga fiscal y la necesidad de reglas de juego equivalentes. “Si hoy exportás un vehículo exportás el 16% de impuestos cuando México exporta cero”, ejemplificó un directivo, y añadió que la exportación es “fundamental para el sostenimiento de las fábricas” —por eso reclamaron la continuidad o la restitución de estímulos que mejoren la competitividad de lo que se produce localmente.

Los pedidos fueron concretos: reducción de la presión impositiva, diálogo para resolver la situación de las retenciones a la exportación y medidas que permitan que la industria local compita en igualdad de condiciones frente a importaciones.

El “cuco” chino y la necesidad de reglas claras
La llegada de vehículos chinos fue otro eje central: los directivos la definieron como “competencia” pero también como un desafío que exige respuestas públicas y privadas. En un panel con participación de las terminales se subrayó que competir con productos provenientes de China no es solo competir con empresas: “uno compite contra un Estado y no contra una compañía”, en alusión a las políticas industriales y de escala que distinguen a China. Frente a ello, la alternativa que propusieron fue doble: mejorar la eficiencia interna (automatización, digitalización, capacitación) y ajustar el marco regulatorio/impositivo para que la competencia sea “con reglas parejas”.

Inversión productiva y anuncios concretos
A pesar de las alertas, los ejecutivos llevaron al panel anuncios y planes productivos que demuestran que la industria local está apostando a futuro. En la mesa se mencionaron inversiones por cientos de millones de dólares: desde Renault que ratificó una inversión de US$ 350 millones para producir una pickup de media tonelada en Argentina (proyecto con lanzamiento previsto para el segundo semestre del año próximo), en tanto que Volkswagen repasó el desembolso de US$ 580 millones para una nueva Amarok que implicaría modernización de plantas y fuerte componente exportador. Además, Iveco presentó una apuesta por motores a gas diseñados localmente —“no son motores adaptados… son motores ciclo autodiseñados para funcionar con gas”—, con una mirada clara sobre energías alternativas para transporte de carga y pasajeros. A ellos se suman las inversiones de Stellantis para la planta cordobesa de Fiat -US$385 millones- de donde ya salió la pick up Titano y se espera el comienzo de producción de otra pick up, que sería bajo la marca RAM.

Estos anuncios ponen en evidencia una doble realidad: las terminales están dispuestas a invertir y generar empleo (las plantas cordobesas y bonaerenses aparecieron repetidamente como ejemplos de capacidad productiva), pero ese empuje necesita de condiciones externas —reglas estables, menores costos logísticos y fiscales— para ser sostenible.

Infraestructura y logística: el factor geográfico cordobés
La discusión no fue solo sobre impuestos: la logística apareció como una variable crítica. Directivos con plantas en Córdoba recordaron su “lejanía al agua” y la carga de costos que eso implica para exportaciones e importaciones. Por eso, algunos anunciaron proyectos concretos para recuperar trazas ferroviarias y bajar el costo de salida al puerto: “la traza está 99% lista para usarse… estamos a un paso”, dijo uno de los participantes del Foro, subrayando que mejorar la logística reduciría costos y fortalecería la competitividad de la provincia.

Para la cadena de valor, disponer de rutas logísticas más eficientes y de políticas públicas que incentiven la exportación es tan urgente como bajar lo que pesa sobre los precios finales.

Transición energética y nuevas tecnologías
Los panelistas acordaron en que el futuro de la movilidad será “multienergía”: hay segmentos donde la electrificación urbana ya es evidente (última milla, colectivos en bases), pero en el transporte de carga el gas puede jugar un rol de “energía de transición” en la Argentina por disponibilidad y red de distribución. Al mismo tiempo, nadie descartó que la electrificación, los híbridos y otras soluciones (hidrógeno, combustibles sintéticos) ganen tracción

El diagnóstico que dejó el FIAC en Córdoba fue claro: la industria automotriz argentina está en un momento de oportunidad —con mercado en recuperación, inversiones confirmadas y potencial exportador— pero la continuidad de ese proceso depende de un combo de decisiones públicas y ajustes privados. La lista prioritaria es básicamente corta y nítida: reglas de juego previsibles, menor carga fiscal (y mecanismos de equidad frente a importaciones), inversión en logística y formación de capital humano para la transición tecnológica. Sin ellas, la llegada de autos baratos desde China, la competencia regional con Brasil y la propia transformación tecnológica podrían erosionar la competitividad del parque industrial local.

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