El gobierno de Australia anunció este jueves que relajará las restricciones a la importación de carne vacuna proveniente de Estados Unidos, una decisión que ha sido celebrada por la administración del presidente Donald Trump como una importante victoria en su estrategia de renegociación comercial global.
Si bien el cambio no se espera que incremente significativamente las exportaciones estadounidenses debido a la diferencia de precios entre ambos mercados, representa un logro simbólico y político para Trump, quien había criticado abiertamente las reglas australianas y exigido su modificación.
Desde 2003, Australia había restringido la carne vacuna estadounidense por temor a la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), comúnmente conocida como » la enfermedad de la vaca loca».
Aunque desde 2019 estaba permitido importar carne de animales nacidos, criados y sacrificados exclusivamente en Estados Unidos, en la práctica pocos proveedores podían cumplir con ese requisito, debido a la frecuente movilidad del ganado entre Estados Unidos, Canadá y México, sin mecanismos adecuados de trazabilidad.
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La ministra de Agricultura australiana, Julie Collins, aseguró que la decisión se basó en una »evaluación científica rigurosa y basada en el riesgo» y que las nuevas prácticas de trazabilidad en Estados Unidos, como la mejora en el monitoreo de enfermedades como la gripe aviar o el parásito New World screwworm, permiten mitigar los riesgos sanitarios.
A partir del 28 de julio, Australia permitirá la entrada de carne de ganado nacido en Canadá o México, siempre que haya sido legalmente importado y sacrificado en territorio estadounidense.
La secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, celebró la decisión, atribuyéndosela directamente al presidente Trump: »Se acabaron los días en que se dejaba a los agricultores estadounidenses al margen», afirmó.
También calificó de absurdas las barreras no científicas que habían impedido que la carne de Estados Unidos llegara a los consumidores australianos durante dos décadas. El representante de Comercio estadounidense, Jamieson Greer, respaldó estas declaraciones, acusando a Australia de mantener restricciones injustificadas durante años.
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El presidente Trump, por su parte, reaccionó en su red Truth Social. »Los demás países que rechazan nuestra magnífica carne están EN LA MIRA», advirtió. Este movimiento encaja dentro de su estrategia de revisar y renegociar acuerdos comerciales desfavorables para los intereses de Estados Unidos, especialmente en sectores como la agricultura y la manufactura.
A pesar del carácter técnico del anuncio, algunos actores en Australia temen que se haya cedido ante presiones políticas. La organización Cattle Australia y el ministro de Agricultura en la sombra solicitaron una revisión independiente antes de la entrada en vigor de la nueva normativa, alegando posibles riesgos para la bioseguridad del país. »Hay demasiado en juego», advirtió Will Evans, CEO de Cattle Australia.
Aunque los beneficios comerciales para Estados Unidos sean modestos, esta flexibilización refuerza el papel de Trump como un gran negociador en la escena internacional y podría servir como base para nuevas exigencias comerciales hacia Australia, como la reducción de aranceles al acero, aluminio y productos farmacéuticos.
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