Etiquetado frontal: 7 alimentos que perderán los sellos negros y qué pasa con las calorías

A fines de diciembre, el Gobierno hizo cambios importantes en el sistema de etiquetado frontal, los famosos sellos negros que advierten en los alimentos por su exceso de azúcar y grasas, entre otras leyendas. Esos cambios implicarán mayor flexibilidad en las publicidades y etiquetas, pero fundamentalmente que muchos alimentos pierdan octógonos o dejen de tenerlos. ¿Cuáles serán y cuándo eso se verá en las góndolas?

La ley de etiquetado frontal fue aprobada tras un largo debate en 2022. Ahora el Gobierno nacional realizó modificaciones en su manual de aplicación, lo que fue cuestionado por algunos sectores y celebrado por otros.

El punto central de los cambios es que para calcular el exceso de grasas, azúcar o sodio de los alimentos dejarán de considerarse los nutrientes intrínsecos, es decir, los que vienen con el propio alimento, y los porcentajes sólo se calcularán sobre los que se adicionen durante la elaboración. Para ponerlo en un ejemplo simple: una mermelada de durazno tiene el azúcar propio de la fruta y el que se adiciona al prepararla. Antes se contaba todo el azúcar; ahora, sólo el que se le agregó.

Los llamados puntos de corte para evaluar si un alimento lleva o no sello no cambiaron, pero cambió que si, por ejemplo, al producto se le agrega sal ahora sólo se evalúa si excede los criterios para sodio en la composición final. Antes, si se le agregaba sal, se evaluaban todos los otros nutrientes, por más que no se hubieran adicionado. Estas consideraciones eran pedidos de la industria, para estar en línea con otros países de la región.

También los productos que tengan sello por un nutriente crítico podrán enfatizar en sus etiquetas (los llamados claims) otras propiedades nutricionales siempre que no estén relacionadas con ese nutriente. Por ejemplo, un queso que tenga solo un sello por alto sodio podrá comunicar que es fuente de calcio. Antes eso no era posible.

Cuatro sellos. Los quesos, una de las categorías que perderán octógonos. Foto Archivo

¿Cuándo empezarán a desaparecer los sellos de las góndolas? No será inmediato: se irá haciendo, como sucedió también cuando entró en vigencia la ley, a medida que las empresas vayan agotando el stock de envases con las etiquetas impresas.

Según detallaron fuentes del sector alimenticio a Clarín, las nuevas etiquetas con menos sellos empezarán a verse recién entre fines de febrero y principios de abril, dependiendo de la compañía y el producto.

¿Cuántos productos serían alcanzados por el cambio? Imposible de saber por ahora, porque las propias empresas están aún haciendo cálculos –y muchas ya habían previamente modificado formulaciones para lograr evitar los octógonos negros–. Pero sí se puede saber cuáles son las categorías que más ganarán, justamente, perdiendo sellos.

  1. Quesos. Va a ser una de las categorías con mayor impacto. Y si bien es un universo por la diversidad de productos que la componen (duros, semiduros, blandos, untables), la mayoría irán a etiquetas más limpias –quedará, solo en algunos casos, la de sodio–. La razón es que contienen grasa natural que proviene de la leche, que antes se contabilizaba como nutriente crítico y ahora no. Van a poder informar el aporte de calcio y vitaminas.
  2. Yogures. Es otra categoría que se va a ver beneficiada. Un yogur con edulcorante podía tener sello de sodio por este nutriente intrínseco de la leche, y ahora lo perdería. También podrán promocionar si tienen por ejemplo calcio u otros nutrientes adicionados.
  3. Mermeladas. Se va a dejar de contar el azúcar que tiene la fruta per se, por eso será otra categoría en la que se espera que haya pérdida de sellos.
  4. Jugos de frutas. Los que son 100% naturales ya no tenían sellos. Pueden verse beneficiados algunos en los que se agrega azúcar para mejorar su conservación, porque sólo se contemplaría este adicionado.
  5. Jamón. Aquí sucede algo parecido al yogur, ya que la carne tiene grasa saturada. Si no hay más grasa agregada, perdería ese sello y eventualmente le quedaría el de sodio, si es que supera los límites.
  6. Aceitunas. Este producto de origen vegetal tiene un alto porcentaje de grasas, aunque son las consideradas saludables, como el omega-9 y en menor medida omega-3 y omega-6. Quedarían solamente con el sello de sodio, por la salmuera.
  7. Barras de frutos secos. Los frutos tienen similitudes con las aceitunas, por los ácidos grasos saludables. Si no tienen aceites ni grasas adicionadas durante la elaboración, perderían sellos.

¿Qué pasa con las calorías?

El manual señala que el sello de exceso de calorías lo llevarán ahora los alimentos que tengan al menos uno de los sellos de exceso de azúcares, grasas totales o grasas saturadas, y a la vez aporten 275 kcal o más cada 100 gramos de producto. O sea que podrán darse casos de alimentos con un valor calórico significativo, pero no que no tengan esa advertencia.

Sergio Britos, director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) y uno de los especialistas que siguió de cerca el debate del etiquetado, corre el foco del concepto de calorías, tan permeado en el inconsciente nutricional de muchas generaciones marcadas por las famosas dietas. Y señala que en la mayoría de los países que tienen etiquetado frontal, este sello no forma parte.

“Los nutrientes críticos en términos de una dieta saludable son azúcar, grasa y sodio. Las calorías tienen que ser en las necesarias y no excedidas”, remarca.

Britos enfoca en lo que para él es lo central y pone un ejemplo: “Los quesos compactos tienen un porcentaje de grasa de entre el 22% y el 24%. El porcentaje de grasas saturadas aceptable está en el orden del 10% de la energía. Si sos muy quesero, probablemente tengas una alta carga de grasas saturadas provenientes del queso. Pero, ¿es un problema del etiquetado en no advertírmelo? No: hay otras herramientas de políticas públicas, como las guías alimentarias, para educarte y saber en las cantidades que te tenés que moderar”.

“La educación es el gran ausente en toda esta temática», enfatiza. «Somos de los poquísimos países con etiquetado frontal donde no habido y sigue sin haber una estrategia educativa y formativa clara hacia la gente para interpretar bien el etiquetado y lo que no viene empaquetado, también. Porque en Argentina uno de los mayores vehículos de grasas saturadas es la carne, que no está etiquetada”, concluye.

AS

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