El jugador de Boca que hoy vive en una prisión mexicana

Sus goles fueron la llave de entrada al corazón de los hinchas de Boca y Veracruz, pero sus actos de violencia lo mandaron a prisión. 

Jorge Alberto Comes se ganó el corazón de los hinchas de Boca a fuerza de goles y actuaciones memorables, especialmente en los clásicos contra River. Su talento lo convirtió en una figura destacada del fútbol argentino, pero su historia dio un giro inesperado.

Cuando emigró a México, brilló en el Veracruz y dejó su huella al consagrarse como máximo goleador de la liga en su primera temporada. Sin embargo, fuera de las canchas, su vida personal empezó a derrumbarse. Reiteradas denuncias de violencia de género no solo lo llevaron a prisión, sino que también empañaron sus logros deportivos.

Jorge Alberto Comas y su paso por el fútbol

Comas

Comas comenzó su carrera profesional en Colón, donde dio sus primeros pasos en el fútbol argentino. Luego, su talento lo llevó a Vélez, pero el momento clave de su trayectoria llegó en 1986, cuando se incorporó a Boca. Allí formó un tridente ofensivo junto a Jorge Rinaldi y Alfredo Graciani.

En el club de La Ribera, su capacidad para anotar goles, incluyendo varios olímpicos, lo convirtieron en una figura querida por los hinchas. Su desempeño no solo le aseguró un lugar en el corazón del público, sino que también le abrió las puertas al fútbol internacional. En 1989, Comas emigró a México para jugar en el Veracruz, donde fue el máximo goleador en el primer año.

Sin embargo, a pesar de sus éxitos deportivos, su legado quedó empañado por los problemas fuera del campo. Sus actos y conductas extradeportivas terminaron marcando negativamente su carrera, haciendo que muchos de sus logros quedaran en un segundo plano frente a las polémicas que marcaron su vida personal.

Su vida después del retiro

Comas fue acusado por violencia de género y agresiones a vecinos, incluyendo un episodio donde rompió los lentes de la víctima y ejerció violencia física y verbal, lo que le valió una sentencia de dos años de prisión preventiva.

Su conducta problemática continuó, con nuevos incidentes en 2012, tras una pelea en un bar, y en 2016, por una agresión en un restaurante. De esta manera, su talento futbolístico quedó opacado por estos hechos, que perjudicaron su imagen y marcaron el fin de su carrera.

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