ROMA.- En lo que significa seguramente un gran éxito para Giorgia Meloni, después de 20 días de cárcel y angustia, fue liberada este miércoles la periodista Cecilia Sala, que se encontraba detenida en Irán desde el 18 de diciembre pasado y que el régimen de Teherán pretendía canjear con un ingeniero arrestado en Milán pocos días antes, a pedido de Estados Unidos.
“Ha despegado hace pocos minutos, desde Teherán, el avión que trae de vuelta a casa a la periodista Cecilia Sala. Gracias a un intenso trabajo a través de los canales diplomáticos y de inteligencia, nuestra connacional ha sido liberada por las autoridades italiana y está volviendo a Italia”, anunció un comunicado del gobierno, poco antes del mediodía local.
“La primera ministra expresa gratitud a todos aquellos que han contribuido a hacer posible el regreso de Cecilia, permitiéndole volver a abrazar a sus familiares y colegas”, agregó el texto, que precisó que la premier fue quien llamó telefónicamente a los padres de la joven para darles la noticia.
Con la liberación de Sala, Meloni se anota un gran logro porque su caso era más que complejo e involucraba también a Estados Unidos, país al que la premier viajó para una misión relámpago el fin de semana pasado, visita que evidentemente destrabó algo.
Periodista del diario Il Foglio y de Chora Media, Sala, de 29 años, había ingresado a Irán el 13 de diciembre pasado con visa periodística para realizar unos podcasts sobre el patriarcado. Fue arrestada en su hotel el 19 de diciembre, justo un día antes del vuelo que tenía previsto para regresar a Italia; su detención se hizo pública el 27 de diciembre.
Unos días después, Irán hizo saber que el motivo del arresto había sido “quebrantar las leyes islámicas de Irán”, una acusación muy genérica que, según medios italianos, ocultaba que en verdad tenía que ver con una represalia, dentro de una trama mucho más compleja.
Teherán, en efecto, intentaba negociar con ella un intercambio con Mohammed Abedini Najafabadi, ingeniero iraní experto en drones que fue arrestado en el aeropuerto de Malpensa, Milán, el 16 de diciembre, tres días antes de la detención de la periodista en Teherán. Abedini fue demorado tras un pedido de Estados Unidos, que lo considera uno de los cómplices de un atentado contra soldados estadounidenses ocurrido en un ataque con drones en Jordania en enero de 2024.
Al comenzar el Nuevo Año, Sala dio detalles del trato terrible que estaba padeciendo en una celda de la prisión de Evin, uno de los símbolos de la represión del régimen de los ayatollah, en llamados telefónicos que le permitieron hacer a sus padres y a su pareja. “Por favor, apúrense”, pidió la periodista, que contó que se encontraba aislada en una celda gélida, con tan solo una manta que utilizaba para apoyarse y dormir en el suelo y con una luz de neón prendida las 24 horas.
El jueves pasado Meloni no sólo convocó a una reunión de ministros para hablar del tema, sino que se reunió con los padres de la joven que pidieron “silencio stampa”, es decir, máxima reserva para que pudiera resolverse la cuestión. Ese mismo día, fiel reflejo de la complejidad de la situación, la embajada de Irán en Italia negó cualquier maltrato y dejó en claro que para resolver el caso apuntaba a un “canje” con el ingeniero iraní detenido.
Al día siguiente, en una movida que ni siquiera sabían varios miembros de su gobierno, según trascendió, Meloni se subió a un avión y viajó a Florida para reunirse en Mar-a-Lago con el presidente electo, Donald Trump, una misión relámpago que evidentemente fue exitosa.
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