La proximidad del tiempo estival nos lleva a una costa atlántica que se llena de veraneantes pero, también, de pescadores ávidos de la buena variada que caracteriza a nuestras playas, muelles y escolleras. Allí, en esos destinos, las carnadas son variadas y hay un abanico importante de opciones que se pueden enumerar.
La corvina es una de las estrellas principales en la costa. La especie se alimenta de moluscos bivalvos, poliquetos, caracoles y similares, siendo los fondos rocosos un gran escenario para buscarlas ya que suelen estar allí comiendo los pequeños mejillones que se forman en el verdín de la piedra. En la dieta aparecen pequeños crustáceos y algunos peces pequeños que nos permiten entrar en juego con la carnada. Un encarne con langostino es lo más tentador y usado, ya sea sólo o combinado con otras alternativas. Un sanguchito con la anchoíta funciona muy bien, aunque no se pueden obviar otros cebos rendidores que no pueden faltar en la conservadora, como el camarón, chipirón, calamaretti, pejerrey e incluso el filet de carpa o de magrú, en este último caso, muy aceitoso, un imán para escardones, cornos y grandes panzones, aunque la variada se suele tentar también, solo o acompañando a otra carnada como al camarón. En este caso, el magrú utilizado de esta forma le va a aportar a la carnada movilidad y el aceite va a servir como atrayente natural, por lo que tenerla como opción en la salida de pesca es una muy buena alternativa. Fuera de las opciones tradicionales, el librito del pescador se extiende hasta el infinito. Desde pechuga de pollo, pasando por dientudos o sardinas hasta el filet de lisa, sin olvidar una tentación muy pagadora como la lombriz de mar.
La pescadilla abunda y cuando está acardumada suele tomar de todo tipo de encarnes. Se trata de un pez muy glotón y cualquier cebo le viene bien, aunque muchas veces colgarle un filet de pejerrey al cebo elegido suele resultar muy atractivo para esta pesca. Langostinos, anchoas o camarones pican en punta entre las más rendidoras. Para quienes no la pescaron, habita los mismos sectores que las corvinas, come las mismas carnadas y se pesca de la misma manera. Muchas veces, rinde mejor levantar las brazoladas, es decir, que la última, si es que utilizamos dos anzuelos, esté más o menos a 40 o 50 cm del plomo. Recomendamos usar brazoladas largas porque muchas veces el movimiento del agua acelera el pique de esta cazadora nata.
Otro clásico en la costa son las brótolas, las que tienen un atributo especial que va por lo gastronómico. Su carne sabrosa la vuelve un manjar para disfrutar en la mesa familia, y también tiene sus bondades deportivas, con un pique muy sutil de estos peces que llegan a nuestras costas luego de una larga migración, que comienza en las aguas cálidas del Brasil y cuyo destino final se extiende hasta Bahía Blanca, buscando fondos rocosos y aguas relativamente tranquilas. Por ello, procura su alimento al pie de muelles y escolleras, grandes pedregales o la oscuridad de los restos de los barcos hundidos que suelen emerger muy cerca de la orilla. Entre las carnadas, el plato favorito es el langostino y el camarón, pero no descarta los anzuelos cargados de una buena anchoa fresca, cornalitos o los clásicos sanguchitos.
El pejerrey es un imán tanto en lagunas como en el mar para pescar pero también es una carnada muy rendidora y hasta imprescindible en algunas técnicas, como es con la atractiva y absorbente pesca al vuelo en la que lo usamos en finas y largas tiras. Con esta modalidad, una vez que el plomo toca el agua, se lo deja profundizar hasta la hondura deseada y se comienza a recoger con el reel dándole tirones cortos con la caña para que el plomo mantenga el mismo nivel durante todo el recorrido. Generalmente, cada tanto se hace una pausa de dos o tres segundos para que el predador ataque y se produce la clavada. Es una modalidad muy efectiva pero agotadora que permite dar con pejerreyes, anchoas, sargos, pez palo, palometas y pescadillas.
En una costa atlántica como la nuestra, con una multiplicidad de especies increíble, el abanico de opciones es infinito. El chucho toma calamaretis, anchoa o magrú, aunque el langostino entero parece ser lo que más prefiere. La lisa es una gran carnada para el cazón, mientras que las corvinas negras sienten atracción por cangrejos negros y colorados. El lenguado busca los pequeños pejerreyes, en cambio, el pez elefante gusta de anchoas bien sangrantes y el sargo se prende a los camarones o langostinos.
Sea la carnada que sea, es muy importante llevar todo fresco y en buen estado (para saber si está en buen estado se puede tener en cuenta lo siguiente: anchoa no enrojecida, calamares o langostinos que no tengan demasiado sulfito, calamares o calamarete que no tengan olor, etc.) para pescar en el mar, por lo cual se recomienda llevar incluso una conservadora, con hielo picado, para que se mantenga en mejor estado. Cuando se va a encarnar, conviene dejar la parte más fina de la misma en la parte del “ojo” del anzuelo, a fin de que ofrezca menor resistencia, adquiera buena forma aerodinámica y evite hacer el típico ”avioncito” que resta distancia de lance. Si en la zona que estamos pescando hay presencia de descarnadores como por ejemplo cangrejos, conviene poner en la brazolada del aparejo una boyita tipo aceituna a fin de que el anzuelo se aleje un poco del fondo y nos quiten la carnada.
El mar nos da la chance de sorprendernos, ya que una carnada que apunta a una especie nos puede dar otra. La idea está, con un abanico de opciones muy importante que se deben tener en cuenta a la hora de pararnos frente al mar y buscar una captura. Solo queda ir y esperar el pique.